Por Arturo J. Paniagua
Este viernes, Nacho Vegas celebraba el segundo de los tres conciertos con los que inicia en Madrid la gira de su nuevo trabajo, Resituación. Este álbum, que sigue la senda social y protestona iniciada con Cómo hacer crac, nos muestra a un Nacho más luminoso, irónico y acertado.
El inicio del concierto llegó de la mano de “Libertariana Song”, que muestra una de las maravillas de esta nueva etapa de Vegas, en la que incluso está permitido comenzar un concierto con sonidos cálidos y acogedores (¡quién lo diría!).
En directo, Resituación muestra a la perfección su gran valía: pasar de la implosión a la explosión con nuestra sociedad como protagonista, con sus alegrías, tristezas, decepciones y protestas. De paso este disco (y por ende, este concierto) borra esa imagen de hombre maldito, oscuro y angustiado que resulta tan injusta con Nacho, y nos muestra al genial tipo que uno descubre en él con un simple acercamiento: brillante, simpático y con muchas respuestas.
No crean que Nacho se haya convertido en uno de esos temidos cantantes-protesta, pero sí logra que sus reivindicaciones (que al final también son las nuestras) sean coreadas y celebradas. Grandes ejemplos de esto se encuentran en “Polvorado”, en la coreada “Ciudad Vampira”, o megáfono en mano para escrachear “Runrún” mediante.
Detrás de un gran artista, una buena banda
De rebote, en este concierto también descubrimos el motivo de tanta algarabía con los León Benavente. Y es que media banda de Vegas resulta ser además una de las grandes revelaciones del pop nacional del año pasado: Abraham Boba (teclados y acordeón), Luis Rodríguez (bajo), Edu Baos (guitarra), y César Verdú (que vigilaba atento mientras manejaba la mezcla de sonido), arropan al cantante en esta gira junto a Manu Molina (batería) y Joseba Irazoki a la guitarra y banjo (que por lo pronto cumple con creces el arduo reto de suplir a Xel Pereda).
Reconvertidos en La Trama Asturiana (“aunque somos un grupo internacionalista”, bromeó Nacho), este grupo de artesanos musicales es el acompañamiento perfecto, acompasado milimétricamente, para un artista que pasa por su mejor momento. Y se nota mucho en esa “Adolfo Suicide”, que suena a Stones, a Dylan y a Magnetic Fields.
El orgullo asturiano es algo muy presente en Vegas, quizás cada vez más. Y durante la noche se sucedieron las muestras de ello: desde el telonero, el brillante y furioso Pablo Und Destruktion (que más tarde abriría el bis interpretando junto a Nacho el triste himno “El pozo María Luisa”, dedicado a los mineros fallecidos en Turquía); a la oda folk “Rapaza de San Antolín”; pasando por aquella “perversión de las tradiciones sonoras asturianas” que es “Taberneros”.
Además de esta última, también sonaron otras tres canciones de La Zona Sucia: “Perplejidad” fue aplaudida; “La gran broma final”, la única concesión a los éxitos recientes; y el “Mercado de Sonora”, que cerró el concierto.
Y es que si alguien asistió con ganas de desgañitarse con algunos de los temas más celebrados del artista, se habrá ido inconforme con la ausencia de “Que te vaya bien Miss Carrusel”, “El salitre”, “Días extraños” o “Dry Martini S.A”. De hecho, no sonó ni una sola canción de El manifiesto desastre, aunque sí hubo concesiones a los fieles de siempre: “Nuevos planes, idénticas estrategias”, “Gang Bang” y la esencial “El hombre que casi conoció a Michi Panero”.
Hay que acostumbrarse. Este artista evoluciona y avanza por donde su pensamiento le indica. Ahora toca apartar la introspección (a veces viene bien desvincularse de los sentimientos) y mirar lo que pasa a nuestro alrededor, que no es poco. Nacho lo hace con un carisma en aumento que destaca especialmente en canciones como “Actores poco memorables” o esa “La vida manca” que le despierta de un largo sueño.
¿Quién dijo que una protesta no podía sonar tan bien? Hoy, última concentración de Nacho Vegas en la sala Joy Eslava a partir de las 21 horas. Pásalo.
Setlist del concierto
Publicado en el blog por Fhara Hernández (México D.F.)
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