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miércoles, 30 de abril de 2014

LA “RESITUACIÓN” DE NACHO VEGAS: “TENEMOS QUE PASAR DEL «YO» AL «NOSOTROS» PARA LOGRAR QUE EL MIEDO CAMBIE DE LADO”



Hay mujeres lobo que se mueren de pena al salir el sol, personas indefensas, corazones parlanchines, homenajes a Daniel Johnston y a rapazas que combinan lo sexy y lo tradicional mientras suena una cumbia villera de fondo. Hay personajes y personajillos, y letras que muerden mientras se disfrazan de ingenuas melodías folklóricas. Hay mucha gente triste en el nuevo disco de Nacho Vegas, pero esta Resituación que nos plantea el músico asturiano es paradójicamente uno de sus discos más optimistas en su objetivo final: exigir que nos devuelvan la ciudad. O lo que es lo mismo, una España destrozada por la crisis política y económica, un país en pedazos que sólo puede rearmarse pasando del “yo” al “nosotros”. Polvo somos y en pólvora nos convertiremos: el Vegas más reivindicativo prende la mecha.



Este es tu disco más político, el más social, y plagado además de referencias locales. ¿Cómo contarle la Resituación, a 9.500 km. de distancia, a México?

Creo que la música popular siempre tiene muchas referencias locales e intenta establecer un viaje de lo particular a lo universal, de lo íntimo a lo colectivo; también en España me han preguntado cómo se pueden captar tantas referencias a Gijón, a sus calles y sus lugares, y puede que no se comprendan en una primera escucha, pero creo que esas pistas le dan un origen concreto a la canción que luego le permite expandirse a la colectividad. En mi caso particular, como oyente, agradezco mucho que haya referencias locales en la música que escucho, que me ubiquen en un espacio concreto aunque no lo conozca de primera mano.

Lo has repetido (y te lo han mencionado) hasta la saciedad: el hecho que este es un disco de personajes, empezando por la retahíla que retratas en “Actores poco memorables”. ¿Tienen algo en común, al margen que los hayas escrito – o reescrito – tú?

Este disco básicamente habla de un solo tema que planea por encima de todas las canciones, y que es la vulnerabilidad de las personas; una vulnerabilidad inherente y propia del ser humano, un ser indefenso. Vivimos durante mucho tiempo creyendo que en la edad adulta todos podríamos ser autosuficientes y autónomos, hasta que somos víctimas de ese individualismo feroz que nos impusieron a sangre y a fuego. Es sólo entonces cuando nos damos cuenta de nuestra propia fragilidad y de la interdependencia que tenemos los unos de los otros; quizá eso es lo que tengan en común los personajes que habitan el disco.

Precisamente, en este trabajo el “nosotros” ha desplazado al “yo”, incluso a tu propio yo. Es un disco enraizado en la situación que se vive en España.

Es cierto, aunque por desgracia lo que está pasando en mi país, siendo una situación muy concreta, no es ajeno a muchas otras partes del mundo occidental. Políticas neoliberales agresivas hasta el punto que a muchas personas la vida se les hace insoportable; desahucios, cotas de pobreza que dentro del estado del bienestar creíamos que ya habíamos superado. Así que efectivamente, hay una necesidad de desplazar el “yo” hasta el “nosotros”, para que el miedo cambie de lado y nos empoderemos como ciudadanos. Creo que si la música popular tiene una finalidad es esta, hacer que la gente se empodere.



Hablemos de la música popular en España, y de uno de los personajes que transitan tu disco: esa “Rapaza de San Antolín”, inspirada en la cantautora Lorena Álvarez. ¿Quién te merece crédito de la escena actual del género?

Aparte de Lorena hay mucha más gente que está tratando la música con la mirada puesta en los géneros populares, músicos que no están en la escena del rock o del indie tal y como se entiende generalmente: Maria Rodés ha publicado un disco de coplas muy bonito (puedes leer la reseña que le dedicamos en Panamérika aquí), Pablo Und Destruktion está haciendo una psicodelia astur muy poderosa, un grupo también radicado en Asturias y llamado Germanos toca un punk muy rabioso… hay gente joven que está abriendo el panorama.
Pero evidentemente, en tu disco quien queda claro que no te merece ningún crédito es Miguel Bosé, o la mirada impasible de Víctor Manuel o Ana Belén (en una de las canciones del disco retrata el cadáver hinchado del primer músico flotando en una piscina, ante la imperturbabilidad de los dos segundos).

¿Decepciona más la izquierda conformista o la derecha victoriosa?

Es escoger entre Guatemala o Guatepeor. Provengo de una familia muy progre y que vivió momentos emocionantes, cuando se intuían cambios en la transición; así que la decepción, cuando llega, golpea desde adentro. Quisimos entender al partido socialista y confiamos en él como partido de izquierdas, pero ahora mismo España está instalada en el bipartidismo, en una cierta tristeza causada por comprobar que esa izquierda y esa derecha son las dos caras de la misma moneda, ambas instauradas en el mismo sistema.

Volviendo al tema del empoderamiento y del papel de la música: ¿hasta qué punto puede apoyarnos en el imperativo moral de buscar la alegría, intentar que “nos devuelvan la ciudad”?

La música puede ser una especie de testimonio de la resistencia, es un reflejo y no una punta de lanza, recoge algo que ya está ahí. Y sí, es cierto que este es un disco más luminoso y optimista; paradójicamente, llega cuando la realidad social es más hostil pero por eso hay una mayor ilusión de hacer las cosas en común. Hace cinco o diez años, en España se vivía una situación muy agresiva para la gente de mi edad; muchos se fueron de Gijón para buscar trabajo, y los que decidimos quedarnos fuimos muy pocos. Hablamos de los años 80, en una zona deprimida y con muchos conflictos sociales, y los que nos quedamos vivimos en un sentimiento de resignación, de agachar la cabeza y mirar para abajo. En cambio ahora, aunque siento que la situación es todavía mucho más agresiva, hay un cierto sentimiento de ilusión.



Permíteme que te pregunte por la gala del Premio Príncipe de Asturias en la que se le concedió el galardón a Leonard Cohen. (Durante esa gala el cantante advirtió a Cohen, ferviente admirador de Lorca hasta el punto de ponerle ese nombre a su propia hija, que vigilara a quien estrechaba la mano esa noche pues podía ser uno de los asesinos del poeta). Vista la enorme repercusión posterior, ¿volverías a hacerlo?

Creo que la importancia que se le dio a mis palabras en los medios de comunicación fue un poco exagerada: fue una simple frase dentro de una gala de dos horas de homenaje, me pareció algo desorbitado. Pero es cierto que esa entrega de premios tenía un aire de extrema derecha, se dio entre condiciones muy fuertes, y me apetecía decirlo aunque no me parece nada especialmente escandaloso. Se sobredimensionó. Como anécdota, te contaré que justo el día antes me habían pedido colaboraciones en varios periódicos, columnas de opinión, sobre esa misma gala: como tenía que hablar en el Teatro Jovellanos durante la ceremonia y publicar un par de artículos, decidí distribuir los argumentos para no repetirme. Y esa frase, esa misma frase, la había escrito para un periódico que me la censuró, me dijo que no me la iban a publicar. Así que lo cambié y guardé esa idea para la ceremonia: la solté en directo, y luego fue la frase de portada del mismo periódico que me la había censurado el día antes. ¿No te parece muy hipócrita?


Vamos a poder contar contigo en directo en México; ¿afrontas de la misma manera la gira cuando es cercana y de producción más sencilla que cuando tienes que atravesar el Atlántico con tus músicos?


En este momento incierto estamos preparando y decidiendo el repertorio, viendo qué canciones rescatamos de discos anteriores y cómo repartir las nuevas; en España vamos a rodar el disco y el espectáculo de la gira, y la verdad es que todavía no sé cómo lo afrontaremos. Antes de las giras siempre ensayo un repertorio bastante amplio y voy cambiando de un momento a otro, intento que haya cierta incertidumbre, cierta sensación de peligro: quiero poder pensar que el concierto puede ser un desastre. Cuando estás haciendo algo demasiado bien, es que algo falla (ríe).


Y volviendo a la idiosincrasia de una gira en el extranjero… para los grupos españoles resulta bastante más sencillo venir a actuar a México que viceversa, o así parece. ¿Compartes esa idea?


Justo hablaba hace unos días de este tema con unos amigos; no sé a qué puede ser debido, probablemente al hecho que España es pequeñita y no es un gran mercado, no hay muchas posibilidades de moverte. Y por contraposición, cuando vienes a México descubres un universo de posibilidades. Me sorprende que, aunque es obvio que nos separan muchos kilómetros, no se haya trabajado más por tender más puentes entre promotoras y artistas, creo que se podrían hacer más intercambios.


Este disco se ha editado a través de Marxophone, una plataforma de autoedición en la que estáis incluidos varios artistas. ¿Es un paso más para no dejar nada en manos de las grandes corporaciones?


Para la edición mexicana, fue una gran suerte encontrar a Terrícolas Imbéciles, pero a nivel global apostamos por Marxophone como la única salida viendo cómo está el mundo de la industria discográfica: esta salida es la independencia y la autogestión. Las grandes discográficas nunca han sido muy colaborativas, ni la independencia algo importante para ellos, y a menudo los artistas terminan siendo las propias víctimas de sus egos cuando entran en ese engranaje. El mercado es por definición un ente hostil, enemigo de la escena popular, y por eso creo que las corporaciones nunca han tratado demasiado bien ni a la música, ni a los músicos. ¿Y qué mejor si una nueva forma de editar discos entronca con las diversas formas de autogestión y los movimientos sociales que están surgiendo?




Publicado en el blog por Fhara Hernández (México D.F.)

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