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jueves, 3 de abril de 2014

ENTREVISTA A NACHO VEGAS – “CADA UNA DE LAS CANCIONES HA DE SER COMO UNA MIRADA NUEVA A LAS COSAS DE SIEMPRE”



Fotos cedidas por Alejandro Nafría.

Vídeos por Señor Paraguas.

Entrevista por María Marí Ros.

Falta menos de una semana para que todos podamos escuchar el nuevo disco de Nacho Vegas, Resituación, que tanta curiosidad está despertando y que relata una mirada más orientada al colectivo que la habitual en los otros discos de Nacho. Nadando entre los personajes que componen el paisaje de su disco y los personajes que componen el mundo en el momento en que nos ha tocado vivirlo, hablamos con él de alguna que otra cosa, sin prisa y sin normas, agradeciéndole que sea uno de esos cantantes que es, además de cantante, una persona que canta, tan cercano y tangible como elegante y singular. Y, por supuesto, resituado. Allá vamos.



Empecemos por lo que se supone que es el principio, el título. Resituación, esa palabra que no recoge la RAE, que parece inventada para la ocasión y que abre más de una puerta. En mi caso, cuando me enteré de que ese  iba a ser el título del disco, me hizo pensar en una frase de Deleuze: “a partir de cierto punto, no hay posibilidad alguna de retorno; ese es el punto que es necesario alcanzar”. Al escuchar el disco parece más que evidente que sí, que la “resituación” es un punto de no retorno, pero no porque hayas decidido hablar de cosas de las que antes hablabas menos en tus canciones, sino porque es una necesidad en la sociedad actual, un cambio que, una vez consumado, no puede deshacerse. ¿Es imprescindible una resituación a nivel general? ¿Es imprescindible que no pueda deshacerse? ¿Invitas a ella con tu propia resituación en cuanto a las letras que has compuesto?

No sé si es algo irreversible, aunque me gustaría pensar que sí. Es como cuando ahora ves que se moviliza gente que nunca antes lo había hecho. Siempre oyes voces cínicas que dicen “lo hacen ahora porque les tocan lo suyo, pero luego…” Yo no creo que esto sea así. En los últimos tres años se consiguió algo muy difícil: que mucha gente tomara conciencia de lo colectivo de sus problemas. Me parece mucho más complicado que se pueda dar el camino inverso, volver al individualismo después de haber tomado conciencia de lo común. Pero en mi caso me refiero a la resituación también como un punto de partida, reaprender a mirar a la vida para avanzar en ella. Y esto implica replantearnos nuestras relaciones emocionales y sociales, y afecta tanto a lo íntimo como a lo público. Un poco como lo hacen las canciones, que apelan a esa dualidad en nuestras vidas. Y sí, este proceso de reaprendizaje es necesario cuando te pones a escribir nuevas canciones. Cada una de ellas ha de ser como una mirada nueva a las cosas de siempre.

Sin embargo, el hecho de que se haya extendido tanto el tema político, la desazón política, está haciendo que surja una situación que es, cuanto menos, peligrosa: la inercia política-económica-social. La resignación, vamos. El abrir la boca para protestar y que te caiga encima un aluvión de “qué me vas a contar, si estamos todos igual”. Ahí van dos peligros: no estamos todos igual por más que insistan y, además, ese pensamiento conduce al sedentarismo, al dejarse llevar y al “ya pasará”. Pero, ¿tú crees que pasará si no nos movemos de la queja en voz baja y asimilada como algo cotidiano? ¿Intentas empujar con tu nuevo disco a que la gente despierte, reaccione, pase a la acción?

Bueno, yo no intento empujar a nada, más bien es la situación la que me empuja a mí a escribir canciones de esta manera. Pero sí, lo que dices yo lo relaciono con el individualismo al que me refería antes, que junto con el miedo son las dos armas más poderosas y desmovilizadoras de las que dispone el sistema para ejercer el control sobre la mayoría. Esa resignación determinista es muy habitual, eso de que “es que el ser humano es así”, pero yo sí que aprecio un cambio sustancial en los últimos años, aunque es verdad que sucede mucho más en unos ambientes que en otros. Y no me refiero a las movilizaciones solo, sino a la vida diaria, más en relación con el impulso que han cogido los movimientos sociales y su intervención en la vida cotidiana. La música siempre apela a todo aquello que nos une, incluso cuando se trata de canciones que parten de sentimientos muy íntimos, y siempre acaba en una invitación a la acción, siempre, de una manera u otra. Vamos a pensar en algo que pueda tener un efecto antagonista al de la música, por ejemplo los programas del corazón. No es que yo tenga ningún problema con ellos, pero pueden resultar alienantes y sumirte en una vida puramente contemplativa, lo contrario de lo que hace la música.

Y, hablando de acción, ¿por qué no ha explotado todo ya? Tú pareces lleno de esperanza, tanto en tus canciones como en tu participación activa en y tu apoyo a iniciativas como la Fundación Robo, el Movimiento por la Democracia, el nacimiento de algo que todavía no sabemos bien en qué acabará y que se llama Podemos… ¿Crees que es posible un cambio definitivo, que habrá explosión?

Es que supongo que las transformaciones sociales llevan más tiempo y esfuerzo del que nos gustaría, seguro. Es difícil saberlo porque nosotros, los de nuestra generación, llevamos instalados en el mismo sistema con el mismo discurso desde que tenemos uso de razón, y es ahora cuando se cuestiona todo eso a un nivel que puede provocar un estallido social. Algo ha cambiado, porque hace solo cinco años algo como una revuelta violenta habría pillado por sorpresa a la mayoría, y sin embargo si pasara algo así mañana todos pensaríamos que se veía venir.

En las letras de tu nuevo disco disparas sin piedad a eso que se hizo llamar Transición, ¿te parece que fue una gran estafa? ¿Es en gran medida culpable de lo que está pasando hoy?

Bueno, a veces llamamos estafa a lo que no es sino la actualización de una relación de fuerzas desigual. Pero es curioso y saludable ver cómo está variando el discurso. Estos días atrás, escuchando las loas a la Transición en los medios tras la muerte de Suárez todo sonaba muy forzado, yo creo que ni ellos se creen que haya sido el proceso modélico de democracia y progreso que nos vendieron. Pero yo lo que realmente aprecio como un engaño es lo que vino después y que se ha dado en llamar Cultura de la Transición. Cuando llega el PSOE al poder con un amplio apoyo popular y se dedica por un lado a reprimir conflictos laborales, destruir tejido social, privatizar, etc. mientras por el otro lado vendía modernidad y buen rollo, y entre tanto la derecha se reorganizaba con un lavado de cara democrático en AP y PP. Lo que se consiguió fue un sistema bicéfalo con dos partidos alternándose en el poder pero aplicando las mismas políticas económicas neoliberales y muy agresivas para la mayoría de la gente y sí, claro, todo eso nos ha llevado a donde estamos.

Te declaras abiertamente “hijo de progres”. Y, bueno, no somos pocos. Tengo la ligera sensación de que somos, precisamente, los que más engañados nos sentimos. En Polvorado preguntas directamente “¿Dónde está todo aquel amor del que nos hablaron siendo niños? ¿Era otra forma de extorsión o era tan solo un espejismo?” El estribillo, por cierto, recuerda mucho a algo que escribió alguien hace mucho tiempo en un libro: “Porque si se promete paraíso y se da infierno eso suena a aquella canción infantil aserrín, aserrán, los maderos de San Juan, piden pan no les dan, piden queso les dan hueso y una piedra en el pescuezo…” (Armonía Somers, Sólo los elefantes encuentran mandrágora). ¿Qué hacemos para detener esta desazón, esta caída de las ilusiones? ¿Podemos reconstruir algo? ¿Lo haremos mejor?

Ah, qué buena cita. Mira, yo creo que esa ilusión estuvo en caída libre en los 90 y los 2000, trajo consigo todo ese rollo posmoderno y cínico que me es tan familiar, y no es precisamente hasta esta década cuando se empieza a tener la certeza de que podemos reconstruirlo todo, y de que tenemos que hacerlo juntos.

Esta pregunta es un despropósito, porque incluye un ejemplo totalmente personal, pero imprescindible para lo que quiero decir. Conozco desde los cuatro años a una señora que tiene un supermercado de barrio en la calle de detrás de casa. Dudo que sepa mucho de movimientos sociales, y ya ni te cuento de política o de economía. Sin embargo, demuestra constantemente una infinita voluntad de cambio y una gran conciencia del drama social que vivimos. Entre otras cosas, por ejemplo, la pasada Navidad me contaba, con lágrimas en los ojos, que había comprado un décimo para el sorteo del gordo, y te juro que estaba realmente emocionada cuando decía que si le tocaba iba a hacer mucho, mucho bien, que ella no quería nada para ella misma, que iba a hacer que dejaran de sufrir muchos de los que están sufriendo. “Ni te imaginas la de gente que iba a alegrarse”. No le tocó, valga decirlo. Pero me sirve de punto de partida para una reflexión. Durante mucho, mucho tiempo, sobre todo desde la época de la Transición, la “revolución” ha pasado por manos de gente supuestamente culta, con formación, con grandes palabras para expresar grandes ideas que iban a cambiar el mundo… No sé, pero algo ha salido mal, y tú lo denuncias abiertamente en tu disco. ¿No será que la revolución, más que un acto teórico, debería ser un acto vital? Está muy bien un planteamiento teórico de base, pero, ¿qué tal si le devolvemos la revolución al pueblo, haya leído éste más o menos libros en su vida? ¿No crees que incluso la izquierda –si es que todavía existe- debería hacer una cura de humildad en este sentido?

Hombre, claro que la izquierda debe hacer una cura de humildad. Yo creo que toda, pero sobre todo la institucional, que tenía algo de poder en los ayuntamientos y directamente abandonó a los de más abajo, a los que ni siquiera aspiraban a eso de la clase media. Hay un segmento de población muy desfavorecido que está huérfano políticamente, y me pregunto si eso es todavía una cuenta pendiente del 15M y lo que vino después. Y la extrema izquierda tampoco hizo mucho, perdida en debates teóricos y luchas intestinas. Bueno, eso tampoco lo quiero criticar mucho porque yo, aunque estaba en contacto con mucha gente, nunca milité. Mi hermano y algunos amigos sí podrían hablar con más conocimiento de esto y es por ellos por los que me enteraba de las cosas. Pero claro, la revolución no es más que pasar de la teoría a la acción, creo que lo decía Emma Goldman, ¿no? Aquí en Asturies la pauta la marcó siempre la CSI. Por suerte yo creo que se ha puesto de manifiesto que el obrerismo necesitaba de los movimientos sociales para volver a tener la relevancia social de antes, y los movimientos sociales también se dieron cuenta de que no podían dejar de mirar a las luchas obreras. Pero claro, no es fácil porque ¿qué tiene que ver un trabajador despedido de una fábrica a los cincuenta y tantos años  con una activista del 15M? No creo que yo que se vayan a seguir en Twitter ni a pasarse enlaces para bajarse True Detective o compartir una mixtape de moonbathon… Hay que reconocer que son dos mundos muy  diferentes. Y hubo un momento después del 15M en que yo tenía miedo de que esa distancia diera al traste con todo.

Pero pensando en la anécdota que cuentas de la señora del supermercado, me hace gracia porque yo tengo un buen amigo que dice algo parecido, siempre fantasea con ganar la lotería y piensa en la gente a la que ayudaría. Y puede ser bonito, pero yo creo que eso lleva a planteamientos erróneos, como pensar que puedes solucionar los problemas de cierta gente con un gesto de generosidad tras un golpe de suerte, y eso no serían más que parches que nos pueden ayudar a seguir instalados en el mismo lugar. La buena fortuna o la caridad pueden tener su peso en mitologías y religiones, pero si hablamos de justicia social el único camino pasa por la intervención política.

No las he contado, pero me consta que en la mayoría de las once canciones de Resituación aparece alguna referencia a esos que se hacen llamar fuerzas de seguridad del Estado (vamos, esos descerebrados que se permiten maltratarte por tu propio bien). ¿Te parece que estamos viviendo un auténtico escándalo policial? ¿Somos conscientes de que estamos sitiados y de que en cualquier momento puede emerger la violencia más descarnada en nombre del orden público?

¿En tantas? Te juro que no me había parado a pensarlo hasta ahora. Bueno, hay gente que piensa que los ‘gigantes de azul’ de “Runrún” son maderos, pero no tenía eso en mente. Pensaba en que no sé por qué los trajes azul oscuro se estilan tanto entre los señores con poder, cuando es un color que favorece tan poco… Y lo de ‘gigantes’ es por algo que le leí a César Rendueles en Sociofobia. Contaba un estudio que había hecho un economista  para apreciar de manera más intuitiva las desigualdades sociales, y equiparaba las rentas a las alturas de las personas. Entonces el salario medio lo cobraba una mayoría que medía en torno a 1,70, pongamos, y los que son como Pau Gasol eran las rentas muy altas. Pero nos encontramos entonces con un segmento de población muy pequeño pero que crece sin parar y así tendríamos a ciudadanos que llegarían a medir unos treinta kilómetros de altura, o sea los más ricos de todos. Es cómico pero terrible, imagínate un gigante de esos con qué facilidad podría aplastarnos a nosotros los liliputienses que no medimos ni dos metros.

Pero hablando de la represión policial, sí, yo creo que es un problema que siempre ha existido pero que ha alcanzado una visibilidad muy incómoda para ellos con las movilizaciones a partir del 15M y con los canales de difusión de imágenes por la red. La policía definitivamente ha perdido cualquier legitimidad como cuerpo, ya no se trata de que haya unos cuantos pitbulls entre ellos. Cuando queda patente que mienten y torturan, cuando en un desahucio se ponen en contra del desahuciado, ¿cómo quieren hacernos creer que están al servicio de la gente? Están al servicio de una élite en el poder, esa que recorta derechos y echa a la gente de sus  casas. No me merecen ningún respeto, lo siento.

Tu resituación hace plantearse un dilema: ¿está el individuo más a salvo en el colectivo? ¿Por qué tanto miedo a perder el yo y a disolverlo en el nosotros? Tú lo has probado en este disco y se te ve de lo más cómodo…

Es que el yo y el nosotros no son excluyentes, claro. Somos seres interdependientes, y lo que nos distingue depende nuestra forma de relacionarnos con el entorno y con los que nos rodean. Yo creo que no se puede disfrutar de una individualidad sana si no es tomando conciencia de lo común, lo otro es individualismo pernicioso. Ese viaje es el que hacen las canciones con mucha frecuencia, ir de lo individual a lo colectivo.

Has tenido grandes colaboraciones en el disco, pero puede que la del Coro de Ladinamo y el Patio Maravillas sea la más importante, sobre todo en esas dos canciones, y sobre todo hablando de disolverse en el “nosotros”. Seguro que hay algún despistado que no sabe bien quiénes son ni por qué es tan importante que estén donde están en tu disco, ¿te animas a explicárselo? Si quieres contar también el origen del “nos quieren en soledad, nos tendrán en común” y la relación con el coro, será un placer escucharlo.

Sí, lo contaba hace poco cuando lazamos en Fundación Robo “Runrún” saludando al Movimiento por la Democracia. La frase la leí en un comunicado del Patio Maravillas y ellos me la cedieron para la canción con todo el copylove del mundo… Y Ladinamo fue un espacio muy chulo, un oasis cultural en el Madrid de los años 2000 y seguramente un poco el germen de algunas cosas que han surgido después, como Ecos del Gueto o la propia Fundación Robo. El coro lo dirige Malela Durán, a la que conozco desde que era casi una guaja, aunque como ejerce poco de gijonesa la veo poco… Tienes razón, creo que el coro era necesario en esas canciones para subrayar la idea del nosotros, o del yo colectivo, y darle a los temas un aire de celebración.

Si en todos tus discos el humor ha sido algo subyacente y constante pese al “malditismo” que te han adjudicado con insistencia, en Resituación la autoparodia y la burla son más que evidentes. ¿Es el humor una guarida, o incluso un arma, para no desfallecer en la resistencia? ¿Y para no desfallecer en la vida?

En las canciones me gusta más verlo como un arma, o al menos como una manera de enfrentarse a las cosas y no de esconderse de ellas. En la vida es otra cosa, pero más importante aún. Si no nos relacionáramos los unos con los otros a través del sentido del humor acabaríamos todos muertos de angustia, o aburrimiento, o algo así, ¿no?

Pero nada que ver con tu humor y el del “Que nada ni nadie nos quite nuestra manera de disfrutar de la vida” o el del “Todo depende del cómo, y el cómo sólo depende de ti”, ¿verdad? Disparas de frente a ese rollo, de hecho, en Libertariana Song, o eso parece…

No creas, yo no pensaba en esa canción como un ataque a nadie en concreto, más bien me refería a un discurso imperante que es necesario desactivar del todo, porque está presente en muchos sitios, desde los consejos que te puede dar un amigo con la mejor de las intenciones hasta los medios de comunicación más masivos. Es algo así como esa porquería del coaching laboral que está cada vez más presente.



En Dos bandos lo dejabas bien claro: “puedes creerlo o no, pero esta es mi única canción real de amor”. No faltará quien diga que echa de menos tus habituales ortodoxas canciones de amor, ni quien diga que por fin te comprometes. ¿Hasta qué punto hay un límite que distinga una canción comprometida políticamente de una comprometida emocionalmente? ¿Uno y otro no son, de alguna forma, dos formas de entregarse a la hora de componer?

Sí, para mí no hay una diferencia sustancial a la hora de escribir. Me gustaría tener un repertorio como el de Billy Bragg, que alternara canciones de amor con canciones revolucionarias sin que sus seguidores sintieran la necesidad de decantarse por unas u otras. Es como lo que cantaban los Magnetic Fields, maestros de las canciones de amor y que en una de ellas dicen: “Si incluso yo conozco la solución: Amor, música, vino y revolución”. Pues es eso. Y sí, me interesa mucho ese límite entre lo emocional y lo social. Si te digo la verdad, yo creo honestamente que ni este disco en tan político ni los anteriores lo eran en absoluto, puedo hablarte de canciones en cada disco al menos desde Cajas de música… Pero por las reacciones que me están llegando sí, hay gente que no soporta este giro en el nuevo disco, y no voy a negar que eso me decepciona un poco.

¿Te molesta que en  esta entrevista, y seguramente en muchas otras, estemos hablando más de lo social que de lo musical?

No, no me importa, en este disco el componente social está presente, aunque no sea lo único. Pero otras veces se han cargado las tintas en temas mucho más insignificantes de los que he tenido que hablar mucho, así que está bien en comparación.

Sea como sea, hay que hablar del disco. Has decidido empezarlo con una canción instrumental, Indefensos que, corrígeme si me equivoco, has recuperado de tu homenaje a Mike Leigh. Tus discos suelen tener una estructura bastante estudiada, ¿por qué has decidido empezar Resituación así?

Porque creo que es un disco coral en el sentido en que lo son las películas de Mike Leigh, con personajes que se mueven entre lo vulgar, lo absurdo, lo tierno, lo miserable… Quería que “Indefensos” fuera como un tema de apertura para esta especie de tragicomedia que es el disco, o como una canción de créditos de inicio de una peli. Por eso incluso potencié el aire cinematográfico que ya tenía en los conciertos de Mike Leigh.

Seguimos con la estructura del disco. Justo en la mitad aparece la palabra clave, “resituación”, en Runrún y, oye, casualidad o no, a partir de ahí las canciones tienen un tono en parte distinto. ¿Has vertebrado el disco en dos partes o es casualidad?

No, no es casualidad, cuido mucho la estructura y la secuenciación. Sobre todo pongo atención en la canción que abre el disco, la que lo cierra y la que se encuentra en el ecuador, que en este caso es “Runrún” y que de alguna manera articula las dos mitades del álbum. Después es más fácil ir ordenando los temas, pero la idea para mí siempre es procurar una escucha completa adecuada, que sea casi como un viaje de 45 minutos con un origen, un destino y dos partes diferenciadas.

Todo el disco parece ser el gran salto de Nacho Vegas del yo confesional y el apóstrofe lírico al nosotros (o al costumbrismo, si seguimos la senda de la literatura), pero… esto  no es del todo así. Rapaza de San Antolín es un apóstrofe lírico de manual, y Luz de agosto en Gijón muestra al yo desbordado de soledad. Con la segunda, parece que dejes constancia de que el colectivo puede salvarnos de  muchas cosas, pero no de muchas otras, que tenemos que comernos solitos.

Claro, es que aunque este sea un disco de personajes, en realidad lo que caracteriza a la mayoría de ellos es que son gente solitaria. El disco  alterna canciones en tercera persona con otras que apelan al nosotros, como “Runrún” o “Polvorado”. Cuando lancé “Actores poco memorables” como adelanto muchas críticas decían que empezaba hablando de un facha esterotipado, un ser obtuso que leía el ABC, y no era esa mi intención. Lo importante para mí es que ese personaje es un ser solitario que mantiene conversaciones con su propia mano; si compra el ABC como si lee El Mundo o el Playground, oiga. Por cierto, esto no lo entendieron así en el ABC y por ese verso no quisieron hacer entrevista con este disco.

Ya sé que te niegas a admitir que tus canciones sean literatura, pero, bueno, algo de literatura anda suelto por ahí. Supongo que también habrás escuchado eso de que mientras que el discurso del poder cuenta la Historia la literatura cuenta las historias, lo que no sale en los periódicos, lo que viven aquellos que se encuentran en una determinada encrucijada histórica, siendo así un lugar crucial para la resistencia y para escuchar la voz de los silenciados. ¿Reconoces que tus canciones, al menos estas últimas, tienen mucho de eso?

Sí, bueno, pero la música también da fe del discurso hegemónico de cada momento, ¿eh? De hecho hoy en día la mayor parte de la música popular lo hace, pero lo que buscamos muchos otros es romper que ese discurso y   contar otro relato de las cosas, no el que nos quieren hacer pasar por único, sino el que sentimos como verdadero cuando miramos más allá de lo que nos ponen delante de las narices. Sí, la auténtica historia se suele escribir en las sombras, dijo alguien, por eso hay que hundirse en ellas para salir a la luz. Las canciones se escriben muchas veces en torno a luces y a sombras, nacen de ese choque emocional.

Un poquito más de literatura.  Hace apenas dos semanas le decíamos adiós a Leopoldo María Panero. Tú, que has dejado (aunque sea por una temporada) de recrearte tanto en canciones de amor y demás males individuales, que hace mucho  mucho tiempo escribiste aquello de “dentro de este horror no hay literatura, no”, que seguro que tienes a Panero muy leído, y que pareces encontrarte más a salvo en el “nosotros”, ¿te animas a leer este poema suyo y decir lo primero que te venga a la mente?

MUTIS
Era más romántico quizá cuando
arañaba la piedra
y decía por ejemplo, cantando
desde la sombra a las sombras,
asombrado de mi propio silencio,
por ejemplo: “hay
que arar el invierno
y hay surcos, y hombres en la nieve”
Hoy las arañas me hacen cálidas señas desde
las esquinas de mi cuarto, y la luz titubea,
y empiezo a dudar que sea cierta
la inmensa tragedia
de la literatura.

Me recuerda a cuando publiqué “Morir o matar”, una canción de El Manifiesto Desastre. Lidia, que es una amiga que me ayudó a escribir la letra, me decía que le parecía muy excesiva, y yo respondí que claro, que era mi  canción y que la había hecho excesiva. Tal vez el drama enorme no sea tan cierto, pero creo que necesitaba contarlo así para que fuera verdadero. Con el tiempo solemos relativizar los momentos más duros vividos, y si  los pones en una canción tiendes a convertirlos en tragedia para acercarlos más a la realidad… Y nos olvidamos de que la belleza está probablemente en otra parte, en los hombres en la nieve arando el invierno, por  ejemplo. Es un proceso raro, uno intenta contar siempre la verdad, pero para ello nunca sabes cuánto pones de ficción y cuánto de realidad.

¿Qué me dices del “Grand Finale” que has elegido para el disco, La vida manca? Tenemos de todo: yo, nosotros, humor, desesperación individual, malditismo, carcajada, Historia, historias, malestar social… ¿Tiene truco o te ha salido así de redonda ella solita?

No te creas, yo no la veo tan redonda, la verdad. Es de estas canciones que tardo un montón en terminar porque nunca sé al empezarlas lo que que puede durar la letra, y como corrijo  mucho la primera versión manuscrita acaba siendo un montón de tachones y versos escritos unos encima de otros que no hay quien entienda. La veo muy imperfecta, pero por eso me gusta, es lo que tienen las canciones  río. En este sentido es un poco como “Morir o matar” pero quitándole el elemento trágico… Bueno, acaba peor, en realidad, ¿no?




Publicado en el blog por Fhara Hernández (México D.F.)

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