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domingo, 14 de abril de 2013

'La dulce vida' de Nacho Vegas, en casa


El músico dividió el espectáculo, cierre de su gira, entre el diálogo con imágenes del cineasta británico y sus canciones señeras, junto a una banda excelente
El gijonés rindió su particular homenaje al director cinematográfico Mike Leigh en el Niemeyer


'La dulce vida' de Nacho Vegas, en casa


Cuarto y último concierto de la gira que Nacho Vegas (Gijón, 1974) ha emprendido por España con el título de 'La dulce vida' (dos conciertos en Madrid y uno en Barcelona, con antelación, que han sido muy bien recibidos por la crítica y su leal feligresía), rindiendo homenaje al cineasta británico Mike Leigh.
Por supuesto, el epílogo debía rubricarse en Asturias. Y así fue en la noche de ayer, en el Centro Cultural Internacional Niemeyer, donde hace apenas un año ya disfrutamos de la vena creativa de Nacho Vegas, presentando lo que definió como una prolongación de 'La zona sucia', 'Como hacer crac', en aquella ocasión acompañado por Alfredo González.
Decimos vena creativa y acaso deberíamos decir múltiples afluentes, pues el músico gijonés no deja de sorprender nunca con los diversos meandros que le han caracterizado desde los viejos tiempos de Eliminator Jr. y Manta Ray, hasta su posterior trayectoria individual, a veces enriquecida por la complementariedad de Enrique Bunbury o Christina Rosenvinge.
Rock, folk, minimalismo, canción de autor, son las señas de identidad con las que lo ha remarcado la crítica, pues el malditismo que también se le atribuyó, según parece, le procura irritación, no sabemos si baudeleriana, aunque tengamos noticia de su predilección por Bret Easton Ellis.
Yendo al grano, Nacho Vegas ha dado una vuelta de tuerca más a su incesante exploración artística, inspirándose esta vez en el director cinematográfico de 'La muerte dulce' o 'Secretos y mentiras' (por cierto, Palma de Oro en Cannes), Mike Leigh, a quien se ha comparado con Stephen Frears o Ken Loach, por lo que los tres aportan a la lectura social y urbana de las clases obreras y medias desde una perspectiva realista. De ese modo transcurrió la primera parte del espectáculo, en diálogo de la música con la gran pantalla que al fondo ilustraba mediante imágenes de algunas de las películas del realizador nacido en Lancanshire, en 1943, lo que al paso supone asimismo una conversación intergeneracional.
Puede producir cierta perplejidad cotejar letras de canciones de Nacho Vegas que recogen títulos de la filmografía de Leigh. Por ejemplo, 'Secretos y mentiras', que en el caso de la composición musical no refleja en sus versos la historia cinematográfica de la mujer negra adoptada que tras el fallecimiento de sus progenitores adoptivos, descubre ser la hija de una madre blanca de humilde condición. Sin duda, la pretensión de las estrofas va más allá de la literalidad, embarcándose en los paralelismos esenciales. Requiere oído y atención esta propuesta singular del creador gijonés, una disposición a entender el entretejido que vincula artes diferentes. Una de las inquietudes que alimenta a Nacho Vegas y que configura la estética más indicativa del presente.
Tras el homenaje, las canciones de siempre que le han alzado al merecido lugar de privilegio en el que le ha situado la crítica y el público, de 'La gran broma final' a 'La plaza dela soledad', con estación en Pumarín para escuchar 'cómo hace crac' el silencio preocupante que nos rodea. Al lado, cinco músicos excelentes, dibujando serenidades alternadas con sonoridades briosas y compactas. Manu Molina, en las percusiones. Luis Rodríguez, al bajo. Abraham Boba, dando brillo a los teclados. Joseba Irazoki, desenredando la madeja de la guitarra. Y María García Palacios haciendo levitar el chelo.
Un concierto exquisito. Y breve. Yendo de Leigh a Gracián. Lo bueno, si breve, dos veces bueno.


Fuente: http://www.elcomercio.es/v/20130414/cultura/dulce-vida-nacho-vegas-20130414.html

Agradezco a Marcos Cerro por aportar esta nota! Gracias!!!

Publicado en el blog por Fhara Hernández (México D.F.)

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